sábado, 26 de enero de 2008

Solé dibujó con su voz goles en el aire...

Por Atilio Garrido

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Parece que fue ayer... "Transformar al Uruguay es una tarea que compromete a todos. Seguridad y desarrollo son inseparables. Solo así y no de otra manera, contribuiremos a alcanzar el objetivo fundamental del Estado: el bienestar público en todas sus formas. El mismo objetivo que propugnaron las Fuerzas Armadas a partir de febrero de 1973 en los Comunicados 4 y 7", expresa durante su discurso el Jefe de la División de Ejército IV, con asiento en la ciudad de Minas, Gral. Gregorio Alvarez, al inaugurarse el primer Congreso de Municipios y fuerzas productivas de la región este del Uruguay. Parece que fue ayer... El Presidente de la República, Juan María Bordaberry, acompañado de su señora, Josefina Herrán, presenta condolencias en la Nunciatura Apostólica al Monseñor Sepinsky por el reciente deceso del Cardenal Mindszenty. Parece que fue ayer... El Cnel. Raúl Fernández Monteavaro, habla en Buenos Aires encargado por el gobierno uruguayo para la repatriación de los restos del Cnel. Lorenzo Latorre, ex dictador y luego Presidente Constitucional del Uruguay, quién renunció estando en funciones acuñando una frase famosa: "los uruguayos son ingobernables". Parece que fue ayer... Es el año 1975, "El año de la orientalidad", según dispuso el gobierno cívico-militar. Parece que fue ayer... Una noticia da cuenta de que la boya petrolera a instalarse en José Ignacio le costará al país 45 millones de dólares y que la licitación se adjudicó a la empresa de Víctor M. Contreras, de Argentina, asociada con Sacem de Uruguay. Parece que fue ayer... Mes de mayo. En el cine Eliseo se exhibe "Butch Cassidy" y en el Censa se anuncia "Triángulo de 4" con Federico Luppi, Thelma Biral, Juan José Camero y Graciela Borges. En el California llega una de las primeras muestras de cine catástrofe: "Terremoto" con Charlton Heston y en el Teatro Circular sigue con gran éxito en cartel la obra de Jacobo Langner, "Esperando la carroza" con el papel protagónico de Walter Reyno. Parece que fue ayer... El Presidente de la AUF, Ing. Héctor Del Campo, tras señalar que el fútbol uruguayo vive un profundo estancamiento técnico, inaugura en Montevideo y Paysandú, un curso de una semana a cargo del entrenador de Polonia, Andrezj Strejalau, integrante del equipo técnico de Kasimir Gorski, la sensación del momento con Polonia consagrado Campeón Olímpico de 1972 y tercero en la Copa del Mundo de 1974.
Parece que fue ayer... Viernes 9 de mayo de 1975. Carlos Solé había retornado de la despedida de soltero de Alberto Kesman quién, por entonces, daba sus primeros pininos en la radiotelefonía definiéndose como un imitador del Maestro. El festejo se desarrolló en la Peletería "Metro" donde uno de sus dueños, Edy Barli, agradecía a Solé porque el año anterior, en 1974, estuvieron juntos en el Mundial de Alemania. Habían compartido la noche de abundante comida y mucho alcohol una veintena de personas entre quienes se encontraba Jorge Nelson Mullins, por entonces dueño de Radio Sarandí y el "Guanaco" Costa, un destacado basquetbolista de antaño. Entre los muchos temas de los que se hablaron, Solé reveló algunos datos del festejo de sus 40 años en la profesión que iba a celebrar Radio Sarandí con un programa de preguntas y respuestas con regalos millonarios. Don Carlos, como por entonces ya lo conocían todos, llegó al edificio "Las Gaviotas", en Avda. Brasil a una cuadra de la rambla, guardó el Opel Comodore blanco en el garage, subió al departamento que ocupaba con Blanca, su señora, desde no hacía mucho tiempo. Se acostó a dormir en un cuarto contiguo al de su esposa, para no molestarla por la hora que era y... ¡se murió! Así, sorpresivamente, con la violencia con que cae el telón sobre el escenario anunciando el final de la obra, su ya entonces castigado corazón por cientos de emociones y amarguras, se detuvo para siempre, clausurando la vida del más grande relator que tuvo el fútbol uruguayo. Ha pasado un cuarto de siglo de aquel instante fatal y, ¡oh crueldad o mueca del destino!; apenas si existe un tibio recuerdo de la voz de Solé cuando, cada 16 de julio, alguna emisora rememora la cita gloriosa de Maracaná y allí aparece el relato del hombre que llenó de gritos el aire durante 40 años de profesión. Ocurre que la vida es así... Ser y permanecer, es casi imposible.
Nunca olvidaré el primer día que crucé el umbral de la vieja casona donde estaban los estudios de Radio Sarandí, en la calle Enriqueta Compte y Riquet, a mitad de cuadra, al costado de la entrada del Canal 12. Transcurría octubre de 1968. Tres escalones y a la derecha estaba el amplio escritorio de Solé decorado con muebles de estilo inglés, enchapados en cedro y lustrados a muñeca. Vestía un fino traje marrón, con chaleco, impecable camisa blanca con corbata al tono. De estatura baja, regordete, ojos saltones como los de Luis Sandrini, la nariz prominente, curtida por el tiempo, los cachetes colorados, el pelo algo ondulado peinado hacia atrás, con el signo inequívoco del paso de los años traducido en muchas canas. Su infaltable cigarrillo daba vueltas en sus gruesos dedos, de los cuales surgía un anillo grande de oro en su mano izquierda...
-"¿Así que Vd. quiere trabajar en radio? ¡Tome! Aquí tiene un grabador. Vaya y hágale notas a los mexicanos. Después venga...".
Lo "conocía" desde siempre, en ese infaltable contacto del fin de semana que surgía a través del receptor. Me parecía mentira que, finalmente, pudiera estar ahí, cara a cara, con el "monstruo" al que adorábamos de niños cuando en el empedrado del barrio buscábamos imitar, después de meter un gol con la pelota de trapo en el arco que formaba el árbol y la pared de la vereda, su fuerte grito de ¡goooooooool!, ahuecando la "o" para darle mayor sonoridad. Desde mis escasos 18 años y mis ganas de llevarme el mundo por delante, me parecía increíble que estuviera viviendo aquel momento al que había accedido por mediación de Enrique Alvarez, compinche de Don Carlos en varios viajes, y compañero nuestro, por entonces, de la redacción de "El Debate" en la cual nos habíamos iniciado unos años antes bajo las enseñanzas de otro recordado maestro del periodismo: Trifón Ilich.
Mis manos nerviosas apretaron aquel aparato de mediano volumen, recubierto con una funda negra, marca Phillips, y seguro de que era mi gran oportunidad, corrí tras ella. Jamás había hecho una nota para una radio. El grabador era, por entonces, un elemento extraño, lejano del común uso doméstico de hoy. Recién empezaba a utilizarse en las emisoras. Aquella noche recurrimos a Julio Matturo (h), compañero de la barra juvenil que más conocía de fútbol. Hincha de Sud América -su padre fue Presidente del club-, jugaba muy bien y él, haciendo las veces de jugador mexicano, respondía nuestras improvisadas preguntas en un ensayo de la tarea que Solé nos había encomendado. Al día siguiente me presenté en el Hotel Columbia, realicé las entrevistas, Don Carlos las escuchó, aprobó, y así ingresé a trabajar en su grupo, aprovechando uno de los tantos conflictos que había tenido con sus colaboradores y que, en esa ocasión, al aprobar el gobierno la congelación de precios y salarios, originó un conflicto que determinó que se fueran de su lado todos aquellos que integraban su equipo: Jorge Da Silveira, Horacio Vicco, Ruben Casco, Amadeo Ottati, Eduardo Nogareda... Así entré a trabajar en la radio con Jorge Bazzani, Norberto Mazza, Eduardo Freda, Raúl Barizzoni y el hijo de Don Carlos quien, de nuestra misma edad, también se iniciaba en el oficio y pasó a ser conocido como Carlos Gabriel...


Don Carlos había nacido en 1917 en el barrio Bella Vista, "donde reina la alegría", según la definición del poeta Fernán Silva Valdez. Allí, en Agraciada y Asencio comenzó su peregrinar por la vida.
Hecho en la escuela de la calle había ingresado como funcionario del Servicio de Meteorología y de los conocimientos que allí recibió no se olvidó nunca. Por eso era tradicional que todos sus relatos, tras el saludo a los oyentes, comenzaran con una perfecta definición del estado del tiempo, llamando a las nubes por sus nombres exactos. Aún se recuerdan sus famosos introitos a la narración...
-"Buenas tardes señoras y señores oyentes de Radio Sarandí. Con cielo algo nuboso y formaciones de cúmulos nimbus, temperatura agradable con 23 grados y un tibio sol, va a comenzar el partido...".
Solé estaba ligado a la historia misma del relato del fútbol por la radio en razón de que llegó a él cuando esa profesión recién se creaba en un Montevideo que, a su vez, comenzaba a vivir el crecimiento popular de la radiodifusión en épocas en donde sólo existía la amplitud modulada (AM) y en el dial sólo se sintonizaban cinco emisoras. Después del Campeonato Mundial de 1930 que se llevó a cabo en nuestro país, el SODRE, que había sido la única radio en transmitir las alternativas de esos partidos, mantuvo sus emisiones a través de Ignacio Domínguez Riera, apodado "El pibe". La competencia comenzó a través de las pocas broadcasting (así se les llamaba) privadas que funcionaban. Una fue CX 24 "La Voz del Aire", uno de los nombres más hermosos que puede tener una emisora, sustituido luego por "El Tiempo" (hoy "Nuevotiempo"). En esa onda relataba uno de sus dueños, Juan Enrique De Feo, realizando los comentarios el Dr. Cesar L. Gallardo. La otra radio que se sumó a la trilogía de las que relataban los encuentros de fútbol fue CX 18 "Radio Colón", la que luego pasó a denominarse "Sport" (actual "Sarandí Sport") cuando dedicó casi toda su programación a la atención de los deportes. Lalo Pelliciari era el narrador que adquirió una rápida fama, emigrando a Buenos Aires donde realizó una carrera rutilante, siendo suplantado en Montevideo por Cheto Pelliciari, su hermano. Domínguez Riera se va al exterior en busca de nuevos y mejores horizontes y el SODRE llamó a prueba de admisión para cubrir la vacante. Con apenas 18 años y el simple conocimiento del fútbol mamado en el barrio de José Nasazzi, su ídolo de botija cuando se "colaba" para verlo jugar en la cancha de Bella Vista que estaba en Agraciada y Olivos, Solé se presentó, fue elegido y así debutó el 13 de octubre de 1935 relatando el partido entre Bella Vista y Sud América, preliminar en el Estadio Centenario del clásico que Nacional y Peñarol disputaron luego por la Copa de Honor.
De aquella solera que hizo larga escuela, se formó Carlos Solé que impuso de entrada, una modalidad y un estilo que, desbordando aquellos impuestos hasta entonces, entró a competir primero y a superar después a algunos entre los más famosos y consagrados relatores de las radios montevideanas, en esa tarea de describir goles y jugadas a pinceladas, donde se mezclan la realidad y la fantasía. En tiempos en los que la televisión sólo era un sueño loco propio de Julio Verne, los relatos de Solé por el SODRE podían seguirse a través del receptor de radio junto con una cancha de fútbol cuadriculada y numerada. Solé ubicaba la jugada mencionando el número del cuadro por donde se desarrollaba la incidencia y el oyente, mirando el folleto publicitario sabía el lugar por donde transitaba el fútbol. Rápidamente se fue convirtiendo en el narrador más popular del Uruguay, por su estilo, sus modismos, sus arranques de franqueza en el lenguaje en el que mezcló palabras del habla popular, algunas que entonces figuraban entre las prohibidas y cuya sola mención causaban horror, dándole fuerza y un carácter muy singular a sus narraciones. Muchacho de pueblo, defensor apasionado de todo cuanto atañe a la causa popular -sus luchas, sus penas, sus esperanzas- Solé siempre mezcló en sus relatos, ya serenos, ya apasionados, referencias a los hechos políticos del diario vivir, haciéndolo con tacto, con gracia y denuedo muy singulares. Consagrado el primer relator de la radiotelefonía oriental, el 18 de julio de 1946 se incorporó a Radio Sarandí, abriéndose así las puertas de su ventajoso destino económico. Comenzó su largo peregrinar por el mundo detrás de los equipos uruguayos en épocas en que la radio era la gran vedette de los hogares y complemento imprescindible y único de los encuentros de fútbol. Como él mismo lo definía, los relatores eran "los heraldos" encargados de transmitir al pueblo las alternativas de los partidos. Quien no asistía a los estadios no veía luego los goles o las mejores jugadas, porque la televisión no existía. Así que la mayoría de la gente tenía que imaginarlos a través de las palabras que escuchaba por la radio. Y en esa tarea nadie pudo igualarle, correspondiéndole a Solé el primer lugar en ese arte de describir con sus palabras y con su emoción inigualada las escenas que emanan del césped. Al conjuro de su voz grave, aguardentosa en determinados momentos, varias generaciones de orientales derramaron lágrimas de alegría y tristeza prendidos al receptor. La final de Maracaná, el gol de Hohberg a Hungría en Lausana en 1954 (el mejor que relató en sus casi 40 años de profesión), los primeros partidos de la Copa Libertadores, las finales de Peñarol ante Real Madrid y Benfica por la Copa del Mundo de clubes, el triunfo de Nacional ante ........... de La Plata en Lima, el gol de Espárrago ante la URSS en el mundial de México´70, la frustración de Uruguay en Alemania'74... todo, absolutamente todo pasó por su garganta prodigiosa.
Pero, cuál si fuera un payaso de circo, obligado a reír y a hacer reír aunque en su corazón hubieran hecho nido la frustración y la amargura, los últimos años de su vida se convirtieron en un tormento, debiendo enfrentar muchas veces el micrófono con la obligación de no fallarle a la inmensa legión de sus fieles para los cuales escuchar a Solé era una verdadera religión. Blanca, su compañera, mujer de una fineza incomparable, delicada, sencilla, fue el colchón que trató de amortiguar los golpes de Don Carlos. Los golpes que le habían hecho perder el entusiasmo por el fútbol y el gusto por la vida. Un drama familiar recubrió de hiel su corazón. El hijo joven se había enrolado en una causa política colocada fuera de la ley en tiempos negros de violencia, subversión y enfrentamientos entre militares y tupamaros. Carlitos, junto con su esposa embarazada, primero pasaron a la clandestinidad, luego fueron requeridos, capturados y encarcelados, dando a luz en la prisión. Nació la nieta de Solé, Micaela, que pasó a vivir con los abuelos.
Alguna vez palpé de cerca aquel drama llevando a Don Carlos, Blanca y Micaela que era una beba, en el auto que me prestó mi padre, hasta el Penal de la ciudad de Libertad para que cumpliera la rutina de la visita mensual. Fue un jirón, un jirón desgarrador, un episodio doloroso de los muchos que vivió la sociedad uruguaya en los primeros años de la década del setenta, signada por los extremismos, que fracturó miles de hogares que se habían construido al amparo de la tolerancia, que era uno de los patrimonios comunes a los uruguayos. A Don Carlos aquello lo golpeó en lo que más podía dolerle: su noble corazón. Y aquel corazón de gigante que había soportado mil emociones tras el gol electrizante, se detuvo finalmente vencido por la amargura de ese hecho tremendo que sacudió a su familia y ensombreció su existencia, persiguiéndolo, incluso hasta en las horas de su velorio y sepelio, realizado bajo una lluvia torrencial. Su hijo no pudo asistir para tributar el adiós final. Las autoridades carcelarias no concedieron el permiso especial solicitado. Tenía, entonces, 59 años...
Parece que fue ayer... pero es hoy. Presente. Hace un cuarto de siglo se apagó de golpe la voz de Carlos Solé, la que dibujó en el aire, con emoción sin par, jugadas y goles; la voz de un gran Maestro, mensajera de alegrías, de gritos triunfales que hicieron historia, o que se alzó para alentar en horas de derrota a quienes vencidos, supieron luchar con gallardía y honor. La voz portadora del pensamiento de Carlos Solé, que difundió verdades y se batió por ellas y, además, luchó y sufrió por las grandes causas del pueblo que fueron anhelo e ideal de su vida. Sí, parece que fue ayer...

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola ,es la primera vez que hay una reseña de quien fueraen su momento el mejor relator de Futbol del Uruguay,yo conoci al Sr Sole porque iba al Liceo 21 que estaba en frente de Radio Sarandi y Teledoce ,siempre lo veiamos en la puerta de la emisora , como yo soy hincha de Peñarol a veces le preguntaba como veia al mismo.Era una gran persona y hoy con 57 años y viviendo fuera del Pais,recuerdo los relatos de goles que el hacia de Spencer ,Rocha ,Sacia y otros.Que Dios lo tenga a su lado relatando algun gol de mi querido Uruguay.Saludos Miguel Marquez AMA 3560